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Arboles muertos y mucha tinta

Libros de C-f & Fantasía

El príncipe Alberico y la dama Serpiente. 13 historias fantásticas y macabras

El príncipe Alberico y la dama Serpiente. 13 historias fantásticas y macabras

Autor: Vernon Lee

Colección: Gótica

Edita: Valdemar. Madrid, 2013.

POR ARMANDO BOIX

Violet Paget (1856-1935), más conocida por su seudónimo literario Vernon Lee, es una autora de nacionalidad británica y que escribió toda su obra en lengua inglesa, si bien nació en Boulogne-sur-Mer y residió la mayor parte de sus días en Italia, si no contamos sus abundantes viajes por otros rincones del continente. Famosa en vida por sus ensayos sobre historia del arte, música y estética, hoy se la recuerda sobre todo por sus relatos fantásticos, que aparecieron repartidos, entre otros textos de ficción, en sus cuatro volumenes de cuentos, Haunting: Fantastic Tales (1890), Vanitas: Polite Stories (1892), Pope Jacynth and Other Fantastic Tales (1904), y For Maurice: Five Unlikely Tales (1927), de los que se ha escogido la presente recopilación de trece narraciones, editada por Valdemar con su habitual exquisitez.

Quienes la conocieron la describen como una mujer de superior inteligencia y erudición, de carácter un tanto huraño en sus últimos días, marcados por la sordera que le impedía disfrutar de una de sus mayores pasiones: la música. Sus profundos conocimientos influyeron en su estilo literario, elegante, poético y prolijo, donde se complace en largos pasajes descriptivos que construyen el ambiente de la narración, no sólo en los detalles suntuarios y arquitectónicos, sino también en los paisajísticos y humanos, en especial del mundo rural italiano, donde trascurren buena parte de sus historias.

Sus cuentos tienen un marcado tono legendario, con un pasado siempre protagonista aun cuando la acción del relato se sitúe en la actualidad de la autora, siendo uno de sus temas recurrentes la supervivencia del paganismo sobre añadidos culturales posteriores, no sólo como un sustrato, también como algo todavía vivo y poderoso, con frecuencia amenazante.

Entre ellos podemos citar El príncipe Alberico y la dama Serpiente, acerca de la conexión de una decadente familia de la aristocracia, a través de las generaciones, con un ser feérico que exige completa fidelidad a sus amantes; Dionea, sobre una niña encontrada en la playa de un pequeño pueblecito italiano, presuntamente víctima de un naufragio, que irá revelando, a medida que se transforma en mujer, un enigmático carácter y una inquietante vinculación con las deidades de la antigüedad; o La Virgen de los Siete Puñales, situado en Granada, donde reelabora el mito de Don Juan, cruzándolo con las leyendas moras de tesoros y princesas encantadas, a la manera de Washington Irving.

No obstante el valor de sus narraciones, merecedoras de un lugar de honor en la biblioteca de todo buen degustador del género fantástico, en el lector actual despertarán a lo sumo una leve inquietud, en modo alguno un escalofrío –como sí lo harán los mejores pasajes de su contemporáneos Arthur Machen y M. R. James–. Su intención es más evocadora que aterrorizante, su posición más intelectual que pasional, convencida de la misión ineludible de todo artista verdadero de crear belleza. En consecuencia, sus relatos están concebidos para ser paladeados lentamente, a pequeños sorbos, recreándonos en la sutileza del detalle, en la atmósfera que construyen, plenos de añoranza por un pasado perdido, quizá hermoso, pero con inquietantes sombras agazapadas en sus entrañas

Agente de Bizancio (Agent of Byzantium, 1987)

Agente de Bizancio (Agent of Byzantium, 1987)

Autor: Harry Turtledove

Colección: Omicrón

Edita: Libros del Atril, 1994.

 

Desde pequeño me gustó la historia. Y desde adolescente me gustó la ciencia ficción. Cuanod descubrí que había un subgénero de ésta última llamada ucronía, supe que me iba a gustar. Y así fue: el juego de “¿Que hubiera sido si…?” que las ucronías proponen siempre me resultan divertidas de leer. Es como el juego de las siete diferencias: más allá de la calidad del dibujo, lo divertido muchas veces pasa por ver donde difieren los detalles.

Así que, les voy previniendo, soy proclive a ellas., con lo que mi juicio puede no ser muy ecuánime al respecto.

Pero por otro lado es mi blog y digo lo que se me canta. La ecuanimidad a tomar por culo =)

Yéndonos a este libro lo que encontramos no es tanto una novela sino una serie de cuentos organizados cronológicamente que van describiendo las aventuras de Bassilios Argyros, una suerte de agente secreto que el imperio bizantino tiene durante el siglo XIV. Un siglo XIV muy diferente del nuestro por el hecho que Mahoma nunca fundó una religión sino que se convirtió al cristianismo y terminó siendo venerado como San Mahoma, patrono de los cambios. Sin este acontecimiento, el Islam nunca existió, Bizancio sigue siendo una de las dos potencias mundiales (la otra es Persia zoroastrista, que tampoco ha visto modificada su religión por el Islam) y Occidente es o parte del imperio o bien pequeños reinos semi bárbaros sin peso específico en el orden mundial.

En ese campo vemos como Argyros se convierte en un muy eficiente y despierto agente especial del imperio, que vive aventuras complicadas que no solo resuelve a golpes sino, muchas veces, con inteligencia. Y en el camino se va topando con descubrimientos como la pólvora, el catalejo, la imprenta, la vacuna contra la viruela y hasta la negociación sindical (en el cuento que particularmente me gustó por el aire de farsa soterrada que tiene. Uno no ve seguido a James Bond haciendo de árbitro en paritarias). De hecho parece que uno de los cambios ocurridos es que los avances científicos no pasan por Bizancio, lo que hace preguntarse cómo son tan poderosos.

De hecho la principal crítica que hacerle al libro es la que destacan en esta reseña: parece que, en realidad el imperio no se ha movido casi socialmente desde la Alta Edad Media como si nada hubiera cambiado desde el reinado de Justiniano, ochocientos años atrás. Una crítica que me parece válida.

Ahora, obviando eso, el libro es una buena ucronía, con un protagonista que madura y evoluciona cuento a cuento, pasando de un tipo entusiasta en sus inicios a alguien con cierto cinismo incorporado en su pensamiento. Y con la aparición de varios secundarios muy bien armados (el burócrata egipcio que quiere a toda costa que se solucione el problema de la huelga sin arriesgarse ni un poco en su puesto, el fabricante de pólvora con nervios de acero, el médico cínico y ateo con un pasado que lo ha dejado así, y sobre todo, la fabulosa agente secreta persa, verdadero número opuesto de Argyros), el resultado es una sucesión de historias que se leen de un tirón, disfrutándose a cada momento.

Nada que decir. Si pillo más ucronías escritas por Turtledove, las voy a leer.

Soy leyenda

Soy leyenda

Por ARMANDO BOIX

 

Título original: I am Legend, 1954

Autor: Richard Matheson.

Traducción: Manuel Figueroa.

Edita: Minotauro, Buenos Aires, 1960

 

Los años cincuenta resultaron una época de gran esplendor para la ciencia ficción, absorbiendo el interés de la mayoría de aficionados a la literatura fantástica y no pocos escritores profesionales —es significativo recordar nombres como Ray Bradbury, Frank Belkap Long o Henry Kuttner, en un principio autores de relatos de terror, que paulatinamente dejarían el género de lado para escribir ciencia ficción en exclusiva—. De todos modos, el cuento de miedo en su forma más breve aún tuvo refugio en algunas revistas de ciencia ficción de miras amplias, como «The Magazine of Fantasy & SF», editada por Ferman, o en revistas de misterio como «Ellery Queen Magazine». Richard Matheson, narrador extraordinario y luego solicitado guionista de cine y televisión, se convirtió en una presencia constante en sus páginas con historias que luego recogió en antologías de invariablemente trece relatos:Third from the Sun (1955), The Shores of Space (1957) o su serie Shock (1961-1980).

La ciencia ficción de los cincuenta, si no en su vertiente literaria si en la cinematográfica, es esencialmente terrorífica. Los viejos y apolillados espectros y hombres lobo fueron sustituidos por extraterrestres o mutantes radioactivos, pero el fin perseguido seguía siendo arrancar un chillido de espanto al espectador. Matheson, al plantearse su primera novela sin cerrar los ojos al aspecto comercial, no debió considerar mala idea escribir una historia de horror, siempre y cuando ésta tuviera un conveniente rebozo de ciencia ficción.

Soy leyenda (I am Legend) apareció publicada en 1958, directamente en forma de libro, hecho no tan usual entonces como ahora, cuando la mayoría de la ficción de género vivía confinada en el marco de las revistas. Argumentalmente es una novela de vampiros, pero no en la tradición fantástica procedente del romanticismo que cristalizaría en el Dracula, de Bram Stoker; Matheson enfoca el tema desde un punto de vista racionalista, heredado de su condición de autor de ciencia ficción, e intenta explicar de un modo plausible la infestación vampírica que ha transformado a la humanidad. Su protagonista, Robert Neville, el último hombre sobre una Tierra poblada de vampiros, cree en su existencia —cómo negarlo—, aunque se resiste a aceptar las leyendas supersticiosas en torno a ellos. Encerrado en su casa con un microscopio y un montón de libros, buscará el porqué de la epidemia y, a ser posible, intentará hallar el remedio. Tal vez sea éste el punto más débil de la novela, al suponer que un hombre solo, mal equipado y sin preparación previa sea capaz de llegar a conclusiones a las que toda la comunidad científica permaneció ciega.

Pero Neville lo consigue, quizá ayudado por la fortuna. En la sangre de los vampiros descubre una bacteria a la que él es inmune, vacunado casualmente por el mordisco de un murciélago enfermo, años atrás. La bacteria pasa al estado de espora y en el caso de que el vampiro muera y se descomponga, se dispersa por el aire y contamina a otras personas. También encuentra Neville explicación a muchas de las limitaciones de la condición vampírica: al contrario que las balas, la estaca les mata, aunque también lo hace cualquier arma que mantenga la herida abierta, pues no es la hemorragia lo que acaba con el vampiro. Mientras permanece el bacilo en la corriente sanguínea es anaeróbico y vive en simbiosis con el vampiro; cuando una herida abierta permite el contacto del aire con la sangre el germen se convierte en aeróbico y se interrumpe la simbiosis, para pasar a consumir a su anfitrión, de ahí la rápida disolución del vampiro atravesado por la estaca.

Otras reacciones del vampiro son atribuidas por Neville a una ceguera histérica. Para su terror, el infectado muere sabiéndose condenado a un renacer como vampiro; al producirse este regreso de un modo traumático, enterrado en una tumba de la que deberá salir con enorme esfuerzo, el vampiro cree realmente en todo lo que su propia superstición le dicta y temerá la cruz porque se supone que debe hacerlo...

No obstante, por encima de esta primera lectura superficial, yace otra con el verdadero tema de la novela, una reflexión sobre la soledad y la condición monstruosa de lo extraño. Ya en su primer y famoso relato, Nacido de hombre y de mujer (Born of Man and Woman; 1951), Matheson narraba en primera persona el dolor y la incomprensión de un horrible mutante ante cuya presencia los mismos padres se sienten aterrorizados. En la que será su segunda novela, El hombre menguante (The Shrinking Man; 1956), recalará de nuevo en el tema, presentándonos a un hombre condenado, por su progresiva disminución de tamaño, a perder el contacto con sus semejantes.

Al protagonista de Soy leyenda no parece preocuparle el fin del mundo conocido, de una civilización, puesto que en ningún momento ocupa este asunto sus pensamientos; como individuo lo que le atormenta es haberse convertido en una singularidad y que toda comunicación con otros seres humanos, incluso la más sencilla, le esté vedada. Neville se acoraza contra este sentimiento refugiándose en su cruzada contra los vampiros y en el alcohol, en un ansia autodestructiva que no se atreve a consumar por su propia mano. Pero el dolor permanece y esto lo saben sus enemigos, que cada noche le tientan con vampiras de lúbricas poses para hacerle abandonar su búnker. Inevitablemente, será esa necesidad de compañía la que traerá la perdición de Robert Neville.

Si, con enorme dolor, necesitara desgajar un capítulo de Soy leyenda para quedarme sólo con uno, escogería aquel en el que el solitario Neville encuentra un perro vagabundo y, desesperadamente, como el naufrago que se agarra a un tablón entre las olas, intenta ganarse la amistad del aterrorizado animal, que le rehuye. Consigue Neville tenderle una trampa para capturarlo y llevarlo consigo a casa. Acostumbrado a huir de los vampiros, el perro es presa del pánico, y todos los esfuerzos de Neville para calmarlo parecen infructuosos, hasta que...

«A eso de las once Neville sacó lentamente la colcha descubriendo la cabeza del perro.

»Durante un rato el animal trató de escapar a las caricias. Pero Neville le puso una mano en el cuello, y lo rascó y acarició con la otra, suavemente.

»—Pronto estarás bien —murmuró—. Muy pronto.

»El perro lo miró con ojos apagados y enfermos, y luego sacó la lengua y lamió la palma de Neville.

»Neville sintió que algo se le quebraba en la garganta. Miró al perro silenciosamente. Las lágrimas le corrieron por las mejillas.

»Una semana más tarde el perro había muerto».

Este párrafo es un ejemplo perfecto de la gran sensibilidad de Matheson como escritor. Difícil es conseguir mayor emoción con tanta economía de medios, cosa que Matheson repite a menudo en sus obras, poco abundantes pero de indiscutible calidad.

Pese a lo expuesto, no hay que suponer que el carácter reflexivo y melancólico de muchos pasajes de la novela la convierte en morosa y difícil de leer. Matheson hilvana las escenas con extraordinaria destreza, saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo para equilibrar los momentos más lentos con otros activos, dando «aire» a una historia de por sí claustrofóbica.

En uno de los capítulos más memorables de la novela, Robert Neville se retrasa en las calles de la ciudad tras haber pasado la tarde en su principal ocupación: destruir vampiros que yacen en su letargo diurno. El crepúsculo se le echa encima y, pese a lanzarse a una alocada carrera para alcanzar su refugio, los vampiros despiertan y se lanzan en su persecución. Aunque nunca ha sido su principal interés, cuando se lo propone Richard Matheson demuestra una verdadera maestría en la creación de escenas de acción y en mantener la tensión de los lectores. Realmente me extrañaría que alguno fuera capaz de despegar la vista de las páginas hasta saber cómo acaba esta escena, de gran intensidad.

Más resbaladiza a la hora de analizarla es la posición de Richard Matheson respecto a la «monstruosidad». Pese a que podría parecerlo en un principio, frente a otras obras paranoicas de la época Neville no se nos presenta como paladín de la normalidad ante una transformación insidiosa de su entorno —o cómo el buen americano debe temer las acechanzas del comunismo, en la línea de La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) o Invasores de Marte (1953)—; muy al contrario, la conclusión de la novela es que Robert Neville se halla en un error al tratar de oponerse al cambio, pues él es el verdadero monstruo, la anomalía en una nueva sociedad formada por vampiros. Tal razonamiento no deja de resultar tan peligroso como el de las pesadillas maccarthistas arriba mencionadas. ¿Qué deberíamos leer en Soy leyenda? ¿Que es preciso aceptar la norma común aunque nos resulte aborrecible? ¿Que toda disidencia se convierte en una aberración destinada a ser borrada del mapa?

En este punto no estoy seguro de interpretar de forma correcta la novela, que podría contemplar como reaccionaria si mi experiencia de la restante obra de Richard Matheson no me hiciera desechar la idea. Más acertado sería suponer que, al condenar a Robert Neville, lo que hace Richard Matheson es recordarnos la relatividad del término «normal», y que incluso lo más extraño debe ser aceptado, pues puede convertirse en regla en otra sociedad con distinto conjunto de valores, ni mejor ni peor que el nuestro.

Soy leyenda ha sido adaptada en tres ocasiones al cine con no muy buenos resultados. La primera es L’ultimo uomo della Terra (1964), una coproducción italo-norteamericana dirigida por Sidney Salkow y Ubaldo Ragona, con Vincent Price, y Franca Gettoia en el reparto. El guión corrió a cargo del propio Matheson, quien, en desacuerdo con las modificaciones posteriores, se negó a firmar con su nombre y figuró en los créditos con el seudónimo de Logan Swanson. Mucho más conocida es la posterior El último hombre... vivo (The Omega Man; 1971), dirigida por Boris Sagal y protagonizada por un Charlton Heston en vena postapocalíptica tras el éxito de El planeta de los simios (The Planet of the Apes; 1968), esta vez sin ninguna participación de Richard Matheson. The Omega Man desvirtúa completamente el original de Matheson, tanto en el tono —sombrío y reconcentrado en la novela; luminoso y repleto de acción en la película—, como en el argumento, donde se transforma a los vampiros en mutantes creados por una guerra bacteriológica (sic). La adaptación más reciente data de 2007, con dirección de Francis Lawrence y protagonismo de la estrella Will Smith. Fue una película que, sin arrasar, sí funcionó bastante bien en taquilla, aunque la respuesta de la crítica no fue tan positiva. Tampoco los admiradores de la novela se mostraron complacidos, al encontrarse con una obra que, una vez más, traicionaba el original hasta desvirtuar por completo sus intenciones. Así pues, que el lector curioso huya de los videoclubs si desea conocer esta historia y corra a buscar el libro. Me lo agradecerá.

Revista ¡Alerta! N° 121

Revista ¡Alerta! N° 121

Editorial: Ercilla, Santiago de Chile, 27 de abril de ¿1937?

 

Como en todos lados, en Chile durante mucho tiempo hubo publicaciones dedicadas a publicar novelas de literatura para consumo masivo, con autores de todo tipo y factor. Esta revista fue una de ellas. Cada una traía novelas completas además de algún cuento y artículo. La calidad editorial no era nada del otro mundo, sin imágenes interiores y con una tapa que, comparado con revistas del mismo período en otros países, es de una baja calidad.

Pero por supuesto lo interesante de este número son los contenidos. Específicamente por la novela publicada en este número: La Bruja de los muñecos, traducción poco imaginativa del título original ¡Burn, witch, burn!, la novela de Abraham Merritt publicada en 1932.

Merritt, un autor poco conocido hoy día, fue durante las primeras décadas del siglo XX uno de los autores más exitosos que incursionaban en el género fantástico por esos años, siendo una suerte de puente entre los narradores de historias de fantasmas del final de la época victoriana y los narradores de la Weird Tales. Y es extraño, porque, a juzgar por esta novela, debería todavía captar lectores. Merritt tiene una prosa bastante tersa y que no parece haber envejecido con el tiempo. Y, si bien a estas alturas la historia que cuenta es un clisé (ya van a ver) hay que tener ne cuenta que EL  fue el que usó ese clisé por primera vez. O sea, todos los demás le robaron la idea. No es menor.

¿Y de qué va la novela? Pues que unas muertes misteriosas agobian al doctor de un hospital. Un joven mafioso que muere extrañamente es el primero en llamarle la atención al médico. Éste, junto al jefe del finado, un “capo mafiosi” con el que hace muy buenas migas, comienzan a ver que hay mas extrañas muertes , todas relacionadas con una extraña fabricante de muñecas. Cuando el propio capo es atacado por lo que parece ser un muñeco que se mueve con vida propia, las cosas comienzan a ir hacia terrenos muy poco científicos. En síntesis, que la señora es una bruja que crea muñecos vivientes (y que cumplen sus órdenes) a partir del uso de personas vivas. Y que , además, tiene unos poderes hipnóticos más que respetables.

Sí, señores: antes que Annabelle, Antes que Chucky, antes que el muñeco ventrílocuo malvado del episodio de la Dimensión desconocida, aquí está el origen del subgénero del “muñeco maldito”. Y, como dije, se puede leer de una manera muy divertida hoy día. Eso sí, busquen otra versión porque en la revista mutilan la novela sacándole el prólogo y el último capítulo. Un bajón. Peor no se preocupen: Valdemar tiene edición reciente de la novela y, si se atreven a la lengua de Shakespeare, se puede leer online en el Proyecto Gutenberg.

Como bonus, la revista trae una artículo sobre los tres mores de Mary Pickford (la estrella de cine mudo) y un cuento corto llamado El espiritismo en el castillo de Henry Falk (que por lo que he podido averiguar era un autor de cuentos humorísticos del período) que es básicamente un chistecito medianamente jocoso sobre las creencias espiritistas.

Definitivamente voy a tener que pillar la edición completa del libro de Merritt.

 

El último deseo (Ostatnie życzenie, 1993)

El último deseo (Ostatnie życzenie, 1993)

Autor: Andrezj Sapkowski

Colección: Geralt de Rivia nro.1

Edita: Alamut, Madrid.

 

La verdad sea dicha, mis preferencias en fantasía apuntan hacia aquellas obras que se alejan de lo clisado. Entre un cuento de Conan y uno de Fafhard y el Ratonero Gris, me decanto por los relatos de estos dos. Entre una novela del llorica de Elric de Melniboné (personaje que compite con el Silver Surfer por el premio de Personaje con Mas Angustia Existencial del Multiverso) y una de Mundodisco, pues voy a por la segunda. Entre las complejidades de Tierra Media y las del mundo de Juego de tronos, me quedo con la segunda. Entre el héroe y el pícaro, prefiero leer al pícaro.

Comentando un día sobre este tema con un amigo dibujante, éste me recomendó que leyera la serie de Geralt de Rivia. Aquí estoy empezando con él.

Geralt es un brujo albino en un universo de fantasía relativamente típico, poblado de monstruos, magos, hechiceros y demás criaturas fantásticas con un aire medieval. Su trabajo es justamente eliminar a esas amenazas monstruosas por un precio. Y los relatos que hay aquí sirven básicamente para darnos una idea de cómo es Geralt y cómo responde a los diferentes trabajos contratados.

Y las dos palabras claves aquí son “spaghetti Western”. Porque, si le cambiamos las espadas por los revólveres y su traje por un poncho y un sombrero de ala ancha, tendríamos a un personaje salido de una película de Sergio Leone. Vagabundo, con códigos personales no necesariamente iguales a los esperables en la sociedad, antiheroico a cagarse, visto con curiosidad, respeto y temor por los demás, Geralt es uno de esos Hombres-Misteriosos-Que-Resuelven-Las-Injusticias-Y-Se-Van tan típicos de las películas de vaqueros hechas en Italia. Lo cual lo hace medianamente interesante.

Los cuentos que recopila este libro (unidos por una leve narrativa donde tenemos a Geralt recuperándose de un trabajo en un convento amigo) son historias muy bien narradas con momentos de humor pero básicamente con un tono tan melancólico como sucio, sin héroes y villanos marcados, donde la moral social y la ética personal chocan más seguido que las espadas. Y donde Geralt parece un Philip Marlowe disfrazado de Conan, un cínico con corazón de oro en el fondo.

No, no me cambió la vida. Pero sí es un buen libro con un protagonista que se aleja de lo normal. Justo como me interesa a mí. Iremos a por más.

BIBLIOTECA DEL TERROR.

BIBLIOTECA DEL TERROR.

Coleccionable semanal de 102 entregas.

Ediciones Forum. Barcelona, 1983-1985.

POR ARMANDO BOIX 

 

Imaginen a un muchacho de diecisiete años, a principios de los años 80. Imagínenme. Le entusiasma la literatura fantástica, en especial los relatos de terror. Empezó con Poe y Stoker, y hace solo un par de años descubrió a Lovecraft. Guiado por el profeta Rafael Llopis y su santo libro, Historia natural de los cuentos de miedo, que ha leído de cabo a rabo varias veces tomando apuntes, conoce casi todo lo que en aquel momento se puede encontrar del género en las librerías, pero tampoco es tanto. Al contrario que la ciencia ficción, que cuenta con varias colecciones especializadas con buena difusión y cadencia razonable en la aparición de novedades, al fantástico sobrenatural solo lo defiende como adalid la pequeña Editorial Fontamara y sus volúmenes aún más pequeños, dedicados en exclusiva a clásicos como Bierce, Wilkie Collins o Potocki. El resto de lo publicado en España son piezas solitarias, que pueden escaparse si no andas con la mira muy atenta.

Imagínenme. Sí, sentado ante el televisor, porque no solo de libros vive el adolescente. Viendo el episodio correspondiente de alguna serie. Y me interrumpe la odiada pausa publicitaria. Mi boca se abre; apenas me atrevo a parpadear, para no perderme detalle del anuncio. La televisión me está diciendo que un nuevo coleccionable ha aparecido en los quioscos, las dos primeras entregas por el precio de una, como es habitual: Psicosis y Frankenstein. Me presentan la «Biblioteca del Terror».

Emoción y placer, aunque no completa sorpresa. Poco tiempo antes, la Editorial Bruguera se había anotado un importante éxito con un coleccionable semanal dedicado a la narrativa policíaca: «Club del Misterio». Forum, la filial del grupo editorial Planeta centrada en las publicaciones periódicas, había intentado acercarse a sus buenos resultados comerciales con una copia en formato y tema titulada «Círculo del Crimen». Ahora volvía a probar suerte, pero cambiando de género.

Como sus precedentes, «Biblioteca del Terror» se nos ofrece cada siete días en un formato grande, 17x24 centímetros, similar a la mítica Biblioteca Oro, de Molino, y al tamaño de las revistas pulp americanas; aunque en este caso sin ilustraciones interiores. Igualmente, el texto se compone a dos columnas, con letras capitulares góticas, acordes con la temática. Sus portadas, de adusto fondo negro con tipografía en blanco y rojo sangre, se sirven en principio de motivos fotográficos, que poco tiempo después serán sustituidos por surrealistas collages a la manera de Max Ernst, responsabilidad de Emma Cohen.

El director de la colección era Juan Tebar. Filólogo de carrera nacido en Madrid en 1941, había desarrollado una extensa labor profesional en el mundo del cine como realizador y guionista. Suyo es el argumento original para La residencia, de Chicho Ibánez Serrador, y también varios guiones de Historias para no dormir. Como escritor, había compuesto algunos cuentos de miedo; pero su trabajo en el terreno editorial se ha centrado, después, sobre todo dentro de la literatura infantil y juvenil, y en la redacción de textos sobre cine.

«Biblioteca del Terror» constó de 102 entregas; aunque, como su extensión oscilaba entre 70 y 150 páginas, algunas obras de longitud considerable vieron necesaria su división en varias partes. El conjunto podía encuadernarse, si así se deseaba, en diecisiete gruesos y pesados volúmenes con unas tapas rojas de diseño poco inspirado y vulgar, que poca justicia brindaban a su interesante contenido.

Porque el punto fuerte de la colección era ofrecer, reunido por primera vez, el corpus fundamental de la literatura fantástica clásica. No faltarían, por tanto, los títulos más destacados de la novela gótica, como El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo, El italiano o El monje, incluso una antología de relatos cortos, mucho menos conocidos, de sus autores característicos. Defoe, a quien los historiadores anglosajones adjudican la redacción del primer cuento moderno de fantasmas, también obtendría su correspondiente entrega, acompañando a las dedicadas a Mary Shelley, Poe, Le Fanu, Dickens y Stoker. Las letras francesas obtendrán más que sobrada representación en los románticos Theophile Gautier, Gérard de Nerval o Charles Nodier, pasando por los folletinistas Paul Féval y Alexandre Dumas —de quien se publicarán completos Los mil y un fantasmas— y llegando a decadentes y simbolistas imprescindibles como J.K. Huysmans, Villiers de L’Isle-Adam o Marcel Schwob, sin olvidarse de Verne, Balzac y Maupassant. La lengua alemana solo se verá representada por El golem, de Gustav Meyrink, y un autor de esos que valen por ciento, con una selección de relatos y una extensa novela: E.T.A. Hoffmann. ¿Y las letras españolas? Ahí no salimos tan bien parados. Se reeditan Las noches lúgubres, de Alfonso Sastre, esencial; ¡Lovecraft, Lovecraft!, del colectivo Ofelia Dracs; una antología de terror clásico en dos partes; y una novela inédita, El hombrecillo de las gafas doradas, de José Luis Velasco, quizá de lo menos destacable en el sumario completo.

¿La colección tiene deficiencias? Las tiene. Un centenar de títulos son muchos, pero incapaces de abarcar un género tan rico. Toda la vocación completista en lo que se refiere a la literatura gótica y del siglo XIX, se convierte en carencias cuando miramos al XX. Aparecieron varias antologías y novelas de William Hope Hodgson, H. P. Lovecraft y M. R. James, es cierto; pero nada leeremos de Machen o Blackwood —deberemos esperar unos pocos años, a la deliciosa colección de Siruela «El Ojo Sin Párpado», para cubrir esas lagunas—. Tampoco se publicarán títulos que se me antojan imprescindibles en la historia de la literatura fantástica, como El Rey de Amarillo, de Rober W. Chambers. No se incluyen autores que sobrevivieron a la caída de «Weird Tales», como Leiber o Matheson, manteniendo la antorcha del género encendida en sus años más oscuros; incluso de un escritor tan conocido como Robert Bloch nada encontraremos, más allá de su célebre novela protagonizada por Norman Bates.

Por lo que se refiere a los autores contemporáneos, llama la atención la ausencia del popular Stephen King, aunque tal vez pueda comprenderse por una negativa de los editores propietarios de sus derechos a cederlos, al menos por un precio razonable. En su lugar sí nos tropezamos con un par de buenas novelas de su amigo Peter Straub —Fantasmas y La tierra de las sombras—, los textos que dieron origen a éxitos cinematográficos como La semilla del diablo, El exorcista y La profecía, y un puñado de autores menos conocidos o directamente inéditos al castellano. En ese apartado podemos citar a John Farris, Robert Wilson, Shaun Hutson, T.M. Monteleone o Charles L. Grant, de quien pudimos disfrutar tres novelas, las únicas publicadas en España, creo. Hay rarezas como Cuento infantil, del prometedor y desconocido T.M. Wright —aunque a estas alturas ya lleva publicadas diecisiete novelas y novelas cortas, todas sin traducir—, que en esta obra inaugural nos adentraba en un universo extraño y ajeno a las convenciones, o El muñeco que se comió a su madre, primera obra en formato largo de Ramsey Campbell, inédita todavía en español en cualquier otra versión.

Un esfuerzo editorial de tal magnitud no ha tenido parangón en la edición española hasta la llegada de la colección Gótica, de Valdemar; sin embargo, esta aún guardaba en el futuro. Imagínenme con diecisiete años, acudiendo puntualmente al quiosco y devorando cada entrega antes de que se pusiera a la venta la siguiente, como pocas veces me ha ocurrido con otras colecciones literarias. Imagínenme sumergido en un mundo imaginario, donde los espectros, vampiros y encantamientos son reales. Imagínenme. Así es el retrato de un adicto.

 

BIBLIOTECA DEL TERROR. Sumario completo.

 

1. BLOCH, Robert, Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. 70 pags. 1983.

2. SHELLEY, Mary, Frankenstein (Frankestein or the Modern Prometheus; 1817). Novela. Tr: Francisco Torres Oliver. 110 pags. 1983.

3. LEVIN, Ira, La semilla del diablo (Rosemary’s Baby; 1967). Novela. Tr: Enrique de Obregón. 98 pags. 1983.

4-LOVECRAFT, H. P., El color que surgió del espacio. 5 relatos. Tr: Aurelio Martínez, Fernando Calleja y Francisco Torres Oliver. 74 pags. 1983.

5. DOYLE, Arthur Conan, El sabueso de los Baskerville (The Hound of the Baskervilles; 1902). Novela. Tr: Rufo G. Salcedo. 86 pags. 1983.

6. WALPOLE, Horace, El castillo de Otranto (The Castle of Otranto; 1764). Novela. Tr: Marcelo Covián. 82 pags. 1983.

7. WELLS, H. G., El hombre invisible (The Invisible Man). Novela. Tr: Julio Gómez de la Serna. 88 pags. 1983.

8. WRIGHT, T. M., Extraña simiente (Strange Seed; 1978). Novela. Tr: Marina Saura. 100 pags. 1983.

9. STEVENSON, Robert L., El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde y otros relatos (The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde). 1 novela y 3 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo y Augusto Herranz. 64 pags. 1983.

10. VERNE, Jules, El castillo de los Cárpatos (Le château des Carpates; 1892). Novela. Tr: Esther Benítez. 88 pags. 1983.

11. JAMES, Henry, Historias de fantasmas (The Turn of the Screw. The Ghostly Rental). 1 novela y 1 relato. Tr: Soledad Silió y A. C. T. 94 pags. 1983.

12. BALZAC, Honoré de, El centenario (Le centenaire). Novela. Tr: Mercedes Juste. 116 pags. 1983.

13. LOVELACE, Delos, King Kong (King Kong; 1933). Novela. Tr: Horacio González Trejo. 80 pags. 1983.

14. MAUPASSANT, Guy de, Cuentos pavorosos. 18 relatos. Tr: Esther Benítez. 88 pags. 1983.

15. COLLINS, William Wilkie, El hotel encantado (The Haunted Hotel). Novela. Tr: R. L. N.C. 76 pags. 1983.

16. LE FANU, Joseph Sheridan, Carmilla y La posada del dragón volador (Carmilla. L’auberge du dragon volant). 2 novelas. Tr: Emilio Olcina y Marta Pérez. 116 pags. 1983.

17. GRANT, Charles L., Una tranquila noche de terror (A Quiet Night of Fear; 1981). Novela. Tr: Javier Mulas. 78 pags. 1983.

18. CAMPBELL, Ramsey, El muñeco que se comió a su madre (The Doll Who Ate his Mother; 1976). Novela. Tr: José Manuel Yánez. 100 pags. 1983.

19. MONTELEONE, T. M., Criaturas nocturnas I (Night Things; 1980). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 100 pags. 1983.

20. MONTELEONE, T. M., Criaturas nocturnas II (Night Things; 1980). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 96 pags. 1983.

21. DICKENS, Charles, Relatos espectrales. 7 relatos. Tr: José Méndez Herrera y Emilio Olcina. 96 pags. 1983.

22. POE, Edgar Allan, Cuentos de terror I. 16 relatos. Tr: Mauro Armiño. 122 pags. 1983.

23. POE, Edgar Allan, Cuentos de terror II. 12 relatos. Tr: Mauro Armiño. 122 pags. 1983.

24. HOFFMANN, E. T. A., El magnetizador y otros relatos. 7 relatos. Tr: Carmen Bravo Villasante. 114 pags. 1983.

25. DUMAS, Alexandre, Capitán de lobos I (Le meneur de loups; 1857). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 76 pags. 1983.

26. DUMAS, Alexandre, Capitán de lobos II (Le meneur de loups; 1857). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 70 pags. 1983.

27. DRACS, Ofelia, ¡Lovecraft, Lovecraft! (Lovecraft, Lovecraft!; 1981). 10 relatos. Emma Cohen. 72 pags. 1983.

28. HARDY, Thomas, Misterios de Wessex. 7 relatos. Tr: Marta Pérez. 98 pags. 1984.

29. DOYLE, Arthur Conan, El terror de las alturas. 6 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 68 pags. 1984.

30. STOKER, Bram, La madriguera del gusano blanco (The Lair of the White Worm; 1911). Novela. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 94 pags. 1984.

31. STOKER, Bram, Drácula I (Dracula; 1897). Novela. Tr: Carlos José Costas. 88 pags. 1984.

32. STOKER, Bram, Drácula II (Dracula; 1897). Novela. Tr: Carlos José Costas. 92 pags. 1984.

33. SELTZER, David, La profecía (The Omen). Novela. Tr: Antonio Bonnano. 78 pags. 1984.

34. STRAUB, Peter, Fantasmas I (Ghost Story; 1976). Novela. Tr: Lucrecia Moreno de Sáez. 148 pags. 1984.

35. STRAUB, Peter, Fantasmas II (Ghost Story; 1976). Novela. Tr: Lucrecia Moreno de Sáez. 92 pags. 1984.

36. SASTRE, Alfonso, Las noches lúgubres. 2 relatos largos y 24 ultracortos. 100 pags. 1984.

37. FARRIS, John, El intruso I (The Uninvited; 1982). Novela. Tr: Annie Pinto y Miguel Ángel Mendo. 60 pags. 1984.

38. FARRIS, John, El intruso II (The Uninvited; 1982). Novela. Tr: Annie Pinto y Miguel Ángel Mendo. 60 pags. 1984.

39. VELASCO, José Luis, El hombrecillo de las gafas doradas. Novela. 82 pags. 1984.

40. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte I/El cuarto de Cupido (Les drames de la mort/Le chambre des amours). Novela. Tr: Elena del Amo. 92 pags. 1984.

41. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte II/La vampira (Les drames de la mort/La vampire). Novela. Tr: Elena del Amo. 66 pags. 1984.

42. FÉVAL, Paul, Los dramas de la muerte III/La última noche (Les drames de la mort/La vampire). Novela. Tr: Elena del Amo. 72 pags. 1984.

43. ERKMANN-CHATRIAN Hugo el lobo (Hugues le loup et autres récits fantastiques). Novela. Tr: Adalberto Aguilar. 66 pags. 1984.

44. MEYRINK, Gustav, El Golem I (Der Golem; 1915). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 70 pags. 1984.

45. MEYRINK, Gustav, El Golem II (Der Golem; 1915). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 60 pags. 1984.

46. LEWIS, Matthew Gregory, El monje I (The Monk; 1895). Novela. Tr: Pablo Jiménez. 110 pags. 1984.

47. LEWIS, Matthew Gregory, El monje II (The Monk; 1895). Novela. Tr: Pablo Jiménez. 110 pags. 1984.

48. HUTSON, Shaun, Embriones (Spawn; 1983). Novela. Tr: Carlos José Costas. 134 pags. 1984.

49. LORRAIN, Jean, Cuentos de un bebedor de eter (Contes d’un buveur d’ether). 11 relatos. Tr: Elena del Amo. 56 pags. 1984.

50. WRIGHT, T. M., Cuento infantil (Nursery Tale; 1982). Novela. Tr: Marina Saura. 100 pags. 1984.

51. ERCKMANN-CHATRIAN El boceto misterioso (Hugues le loup et autres récits fantastiques). 10 relatos. Tr: Adalberto Aguilar. 84 pags. 1984

52. HUYSMANS, J. K., Allá abajo I (Là-bas). Novela. Tr: V. Ch. 68 pags. 1984.

53. HUYSMANS, J. K., Allá abajo II (Là-bas). Novela. Tr: V. Ch. 68 pags. 1984.

54. LOVECRAFT, H. P., En las montañas de la locura (The Outsider and Others; 1939). 1 novela y 2 relatos. Tr: Ana María Aznar. 92 pags. 1984.

55. WILSON, Robert, Pánico en el bosque I (Crooked Tree; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 86 pags. 1984.

56. WILSON, Robert, Pánico en el bosque II (Crooked Tree; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 92 pags. 1984.

57. MOLINA FOIX, Juan Antonio. (ed.), Pesadillas de celuloide. 7 relatos. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 96 pags. 1984.

58. STRAUB, Peter, La tierra de las sombras I (Shadow Land; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 120 pags. 1984.

59. STRAUB, Peter, La tierra de las sombras II (Shadow Land; 1980). Novela. Tr: Alicia Steimberg. 124 pags. 1984.

60. LE FANU, Joseph SheridanLas criaturas del espejo (In a Glass Darkly). 3 relatos. Tr: Cristina Crespo. 74 pags. 1984.

61. COSTAS, Carlos José (ed.) Antología de terror español clásico I. 8 relatos. 116 pags. 1984.

62. COSTAS, Carlos José (ed.) Antología de terror español clásico II. 8 relatos. 110 pags. 1984.

63. GRANT, Charles L., El sonido de la medianoche (The Sound of Midnight; 1978). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 98 pags. 1984.

64. GRANT, Charles L., La última llamada del luto (The Last Call of Mourning; 1979). Novela. Tr: Gabriela Bustelo. 100 pags. 1984.

65. RADCLIFFE, Ann, El italiano, o El confesonario de los penitentes negros I (The Italian; 1797). Novela. Tr: Carlos-José Costas. 114 pags. 1984.

66. RADCLIFFE, Ann, El italiano, o El confesonario de los penitentes negros II (The Italian; 1797). Novela. Tr: Carlos-José Costas. 94 pags. 1984.

67. MOLINA FOIX, Juan Antonio (ed.) Frenesí gótico. 5 relatos. Tr: Juan Antonio Molina Foix. 88 pags. 1984.

68. WILDE, Oscar, El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray). Novela. Tr: Francisco Cusó. 108 pags. 1984.

69. SALGARI, Emilio, El buque maldito (La novelle marinare che di mastro Catrame; 1894). 16 relatos entrelazados. No figura el nombre del traductor. 86 pags. 1984.

70. HODGSON, William Hope, La casa en el confín del mundo (The House on the Borderland; 1908). Novela. Tr: Rufo G. Salcedo. 76 pags. 1984.

71. MAUPASSANT, Guy de, Nuevos cuentos pavorosos. 14 relatos. Tr: Esther Benítez. 82 pags. 1984.

72. LAWRENCE, D. H., Historias de lo oculto. 7 relatos. Tr: Rugo G. Salcedo. 74 pags. 1984.

73. WILLIAMSON, J. N., El carruaje de la muerte (Death Coach; 1981). Novela. Tr: Nazaret Terán Bleiberg. 124 pags. 1984.

74. BLATTY, William Peter, El exorcista (The Exorcist; 1972). Novela. Tr: Raquel Albornoz. 146 pags. 1984.

75. DEFOE, Daniel, Historias de fantasmas y de crimen. 9 relatos. Tr: Leila Marien. 68 pags. 1984.

76. LE FANU, Joseph Sheridan, La profecía de Cloostedd (The Haunted Baronet). Novela. Tr: Francisco Torres Oliver. 74 pags. 1985.

77. BIERCE, Ambrose, El club de los parricidas. 13 relatos. Tr: Leila Marien. 66 pags. 1985.

78. TOLSTOI, Alexei / DOYLE, Arthur Conan, Vampiros escogidos. 5 relatos. Tr: Moria Van Helsing, Augusto Herranz y Rufo G. Salcedo. 106 pags. 1985.

79. De NERVAL, Gérard, Aurelia y otros cuentos. 4 relatos. Tr: Valeria Ciompi. 68 pags. 1985.

80. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas I (Mille et un fantomes). 15 relatos. Tr: Mauro Armiño. 84 pags. 1985.

81. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas II/La mujer del collar de terciopelo (Mille et un fantomes). Novela. Tr: Mauro Armiño. 86 pags. 1985.

82. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas III/La historia de un muerto contada por el mismo (Mille et un fantomes). 6 relatos. Tr: Mauro Armiño. 82 pags. 1985.

83. DUMAS, Alexándre, Los mil y un fantasmas IV/El testamento del señor de Chauvelin (Mille et un fantomes). 2 novelas. Tr: Mauro Armiño. 92 pags. 1985.

84. DOYLE, Arthur Conan, Relatos de sangre y misterio. 7 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 70 pags. 1985.

85. L’ISLE ADAM, Villiers de, Vera y otros cuentos crueles (Contes cruels, Nouveaux contes cruels). 11 relatos. Tr: Adalberto Aguilar. 68 pags. 68 pags. 1985.

86. VARIOS, Historias cómicas de terror. 1985.

87. SCHWOB, Marcel, El rey de la máscara de oro (Le roi de la masque d’or). 21 relatos. Tr: Sol Noguera. 88 pags. 1985.

88. POTOCKI, Jan, El manuscrito hallado en Zaragoza (Manuscrit trouvé à Saragosse; 1805-1814). Relatos entrelazados. Tr: Rufo G. Salcedo. 90 pags. 1985.

89. CONRAD, Joseph, La posada de las dos brujas. 5 relatos. Tr: Rufo G. Salcedo. 66 pags. 1985.

90. JAMES, M. R., Colección de fantasmas (The Collected Ghost Stories). 12 relatos. Tr: Alberico Cortón. 94 pags. 1985.

91. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo I (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 102 pags. 1985.

92. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo II (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 108 pags. 1985.

93. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo III (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 104 pags. 1985.

94. RADCLIFFE, Ann, Los misterios de Udolfo IV (The Misteries os Udolpho; 1794). Novela. Tr: Carlos José Costas. 98 pags. 1985.

95. HODGSON, William Hope, El reino de la noche I (The Nightland; 1912). Novela. Tr: Francisco Cusó. 106 pags. 1985.

96. HODGSON, William Hope, El reino de la noche II (The Nightland; 1912). Novela. Tr: Francisco Cusó. 112 pags. 1985.

97. HODGSON, William Hope, Los piratas fantasmas (The Ghost Pirates; 1909). Novela. Tr: Francisco Cusó. 72 pags. 1985.

98. HODGSON, William Hope, Cuentos de alta mar (Deep Waters). 6 relatos. Tr: Iria Brandán. 84 pags. 1985.

99. GAUTIER, Teophile, Relatos fantásticos I (Récits fantastiques). 10 relatos. Tr: Pablo A. Jiménez Burillo. 98 pags. 1985.

100. GAUTIER, Teophile, Relatos fantásticos II (Récits fantastiques). 2 novelas cortas. Tr: Pablo A. Jiménez Burillo. 94 pags. 1985.

101. HOFFMANN, E. T. A., Los elixires del diablo I (Die Elixire des Teufels. Nachgelassene Papiere Bruders Medardus, eines Kapuziners). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 78 pags. 1985.

102. HOFFMANN, E. T. A., Los elixires del diablo I (Die Elixire des Teufels. Nachgelassene Papiere Bruders Medardus, eines Kapuziners). Novela. Tr: Rafael Lupiani. 82 pags. 1985.

Jirel de Joiry (1934-39)

Jirel de Joiry (1934-39)

Por Armando Boix

Autor: Catherine L. Moore

Colección: Ultima Thule

Traducción: Javier Martín Lalanda

Edita: Anaya, Madrid, 1996

 

En los años sesenta, tras el éxito de la reedición de las historias de Conan, muchos escritores populares se lanzaron a explotar el filón, creyendo tener entre manos una fórmula fácil y unas ventas seguras. Lin Carter, L. Sprague de Camp, Gardner Fox y John Jakes, por ejemplo, son unos pocos de aquella tropa, a la que habría que añadir también a Michael Moorcock, cuyo Elric estaba destinado a ser una imitación más del cimmerio y acabó convirtiéndose en héroe existencialista. 

De todas formas hay que retrotraerse a los años treinta para encontrarnos con la primera oleada importante de fantasía heroica. En las páginas de la revista «Weird Tales», antes y simultáneamente a los relatos de Robert E. Howard, publicó Clark Ashton Smith sus ciclos sobre Averoigne, Zothique e Hyperborea; Henry Kuttner contó las aventuras del príncipe Elak de Atlantis o Clifford Ball las de Duar el Maldito... También Catherine L. Moore, primera escritora de importancia de la ciencia ficción norteamericana, creó, como no, a la que sería primera heroína de espada y brujería: Jirel de Joiry.

La castellana Jirel, hermosa y juncal, no es una damisela con su defensa entregada lánguidamente a sus sirvientes o a un noble caballero; muy al contrario, es una soberbia espadachina, fuerte como pocos hombres y su mal genio constante la hace volcarse en la venganza con una fogosidad irreflexiva que la colocará en más de un aprieto. Sus aventuras transcurren en una Francia medieval más fabulosa que real -eco tal vez del Averoigne de C. A. Smith-, llena de señores feudales en guerra perpetua, hechiceros poderosísimos y dioses oscuros procedentes de otras dimensiones. Ella misma no dudará en poner su alma en peligro pactando con estas entidades si eso sirve a sus fines, para pavor del padre Gervasio, que intenta hacerla desistir. Jirel es una mujer acostumbrada al imperio sobre sus semejantes y no admite consejeros, amos ni maridos... Sexualmente liberada, se entrega a los placeres de la carne sin ningún tipo de pudor; pero sólo si es ella la que toma la iniciativa, lo que no deja de ser insólito en una heroína de ficción creada en los años 30. ¿Cuánto debe de haber en Jirel de los deseos reprimidos por esa muchachita provinciana que fue C. L. Moore?.

Los relatos que componen el ciclo de Jirel de Joiry padecen de una escritura tachonada de adjetivos, según los cánones de "Weird Tales". Esta prosa recargada y colorista puede exasperar al lector moderno, y a menudo enmascara la sutileza de C. L. Moore como narradora, que cuando no se embriaga en describir paisajes ultradimensionales sabe crear imágenes y escenas de fuerza poética, como en ese gran colosal relato El beso del Dios Negro, con Jirel llorando sobre el cadáver del que fuera su enemigo y, sin saberlo, su amado.

Aunque reconozco haberme aburrido en muchos momentos con la lectura del libro por su estilo y lo reiterativo del esquema de sus relatos, he de admitir el atractivo de la protagonista y su interés histórico como prólogo a una interesante carrera literaria, que alcanzará su cenit años después durante su colaboración con Henry Kuttner.

Northwest Smith (1933-40)

Northwest Smith (1933-40)

Autor: Catherine L. Moore

Traducción: Javier Martín Lalanda

Colección: Última Thule.

Edita: Grupo Anaya,  Madrid, 1996.

POR ARMANDO BOIX

Quienes sostienen que la Space Opera no es sino un western disfrazado, en el que los caballos se sustituyen por cohetes, los vaqueros por astronautas y los indios por extraterrestres, mientras el espacio ocupa el lugar de las amplias praderas, encontrarán argumentos para defender su teoría en cuanto empiecen a leer este libro y tropiecen por primera vez con su protagonista en una calle de un pueblo marciano, la mano apoyada en la culata de la pistola que le cuelga del cinto y defendiendo a una muchacha extraña ante la muchedumbre.

   Como muchos héroes del Oeste, Northwest Smith no es precisamente un modelo de virtudes, y es de agradecer que C.L. Moore no cayera en la tentación de crear otro héroe impoluto e inhumano, de los muchos que animaban la literatura pulp. Es bebedor y mujeriego, las cicatrices que surcan su rostro testimonian una vida violenta y en todo el Sistema Solar la justicia acumula suficientes cargos en su contra como para hacerle pasar el resto de sus días a la sombra. Puede vender su pistola al mejor postor, robar por encargo o asaltar los mercantes espaciales en su ruta entre los planetas; sin embargo, aún le anima un cierto impulso caballeroso que, sin escarmentarse, le conduce una y otra vez a embrollos de origen sobrenatural.

   En la serie de Northwest Smith la ciencia ficción es sólo un telón de fondo apenas esbozado. Sus relatos pertenecen más a los géneros de la fantasía heroica o el horror cósmico -no en vano fueron publicados originalmente en «Weird Tales»-, y en ellos descubrimos ecos de las monstruosidades lovecraftianas, de los mundos fantásticos y decadentes de Clark Ashton Smith o de Abraham Merritt y sus fascinantes hechiceras... El lector al que le gusten este tipo de narraciones encontrará en los cuentos de C.L. Moore motivo suficiente de disfrute; los demás mejor harán absteniéndose. Se necesita un paladar entrenado y cierta predisposición de ánimo para saborear tantos horrores innombrables -pero profusamente descritos-, geometrías no euclidianas y destinos peores que al muerte.

   Al leer de un tirón textos que en su momento se publicaron espaciados en diferentes entregas de una revista, es más fácil captar su unidad temática; pero, por contra, acaba cansando su monotonía. La mujer fatal, la vampiresa -en todas las acepciones de la palabra-, es su figura principal, mucho más que el propio Northwest Smith, casi siempre víctima a la que sólo la intervención de terceros rescata de un final terrible. La vampiresa es la imagen del pecado que atrae y repele a la vez, del deseo reprimido por la moral decimonónica. Es la dadora de placer y la transmisora de enfermedad, la suprema meretriz. El mal encarnado.

   No deja de resultar curioso que sea precisamente una escritora quien dé a sus personajes femeninos tan negativo papel; pero los primeros relatos de C.L. Moore, cargados de un erotismo mórbido, son quizá, junto a los de Ashton Smith, los más perfectos modelos de la influencia que para la literatura fantástica de los años treinta supuso el arte simbolista, de donde proviene el estereotipo de la mujer destructora de hombres -para comprobarlo sólo hay que ver, por ejemplo, los cuadros de Munch u obras como Salomé, de Oscar Wilde-. Moore asume el estereotipo, tal vez por simple mímesis de sus modelos literarios, y lo desarrolla hasta el hartazgo. Es una lástima. El personaje de Northwest Smith es suficientemente atractivo como para echar a faltar mayor variedad temática y un protagonismo que le es robado. Con otros argumentos su vida podría haber sido más larga y no limitarse sólo a los trece relatos de su andadura; de hecho, aún hoy, personajes que parecen cortados por su mismo patrón, como el Han Solo de La guerra de las galaxias, consiguen captar las simpatías del público más que otros irreprochables y por eso mismo falsos y acartonados.

   Las medias tintas se acomodan mejor al retrato de la realidad que el elemental blanco y negro.


El color de la magia (The Colour of Magic, 1983)

El color de la magia (The Colour of Magic, 1983)

Autor. Terry Pratchett

Serie: Mundodisco n°1

Colección: Best Seller, 342/1

Edita: Debolsillo, 2004

 

Que la fantasía heroica tiene clisés agobiantes listos para parodiar no es una novedad. Justamente por eso, es terreno fértil para tipos que hacen parodias obvias, esas que terminan aburriendo, con poca profundidad. Pocos autores logran avanzar a convertir la parodia en reflexiones filosas que superan el chiste fácil. De hecho, solo se me ocurren dos. Por un lado tenemos al Cerebus de Dave Sim, que en sus 300 números pasa de la parodia obvia a la sátira social, política y religiosa, para finalizar convirtiéndose en un manifiesto filosófico personal camuflado de obra de ficción. Por el otro tenemos a Terry Pratchett y su Mundodisco, del cual es esta la primer historia.

O historias, porque este libro se compone de cuatro historias interconectadas por sus dos protagonistas. Por un lado tenemos el mago Rincewind, que tiene en su cabeza uno de los Hechizos Primordiales grabado a fuego... con lo que toda su capacidad mágica queda tapada por éste, debiendo sobrevivir gracias a su habilidad con los idiomas. Y por otro tenemos a Dosflores, turista de otro lado del mundo que viene a conocer ese emocionante lugar lleno de bárbaros, un tipo inocente, rico y que no termina degollado y desvalijado porque tiene una suerte tremenda y una maleta mágica que funciona como perro guardián. Es justamente este personaje tan absurdo (el subtítulo de la novela debería ser “Un turista japonés en Hiboria”) el que hace que la novela funciona. Eso y las maravillosas observaciones satíricas que pueblan sus páginas. Hay momentos en que me reía a carcajadas con las observaciones que deja al pasar Pratchett.

Y básicamente las historias son recorridos por los lugares mas tópicos del subgénero que son diseccionados cruelmente por Pratchett. Rincewind y Dosflores son la pareja dispareja que enfrenta esas vicisitudes entre la asombrada alegría (en el caso de Dosflores) y la patética resignación (como le pasa a Rincewind).

En su momento este libro fue un éxito que dio pie a que Pratchett se dedicara a expandir a niveles insospechados al propio universo de Mundodisco, saliendo de la pura parodia para avanzar a desarrollos más de crítica social y política y a elaborar su propia visión de ese mundo. Pero este libro , el que empezó todo, todavía hoy sigue sosteniéndose muy bien en su trabajo paródico. Algo que muchos otros libros similares no pueden decir.

SUYO AFECTÍSIMO: ROBERT BLOCH

SUYO AFECTÍSIMO: ROBERT BLOCH

POR ARMANDO MOIX

 

Una mujer desnuda bajo la ducha. Una sombra tras las cortinas. Un cuchillo. El grito. El cuchillo baja una y otra vez... La sangre se escurre lentamente por el desagüe.

Nadie olvida la célebre secuencia de Psicosis, en la que la aparente protagonista es asesinada a los pocos minutos por un travestido Norman Bates. La perdurabilidad de la película de Hitchcock ha llegado a convertirse en una losa sobre el autor de la novela original, Robert Bloch, creador de una obra mucho más amplia y que, desde su estreno, ha visto impuesta en sus portadas la cansina coletilla de «por el autor de “Psicosis”», aunque no fuera esta historia de ningún modo el inicio de su carrera como escritor, ni siquiera la primera vez en que se ocupaba de la figura del asesino enfermo —algunos malintencionados cuestionarán la celebridad de Bloch recordando el conocido principio cinematográfico según el cual raramente una gran novela consigue una traducción afortunada a la pantalla, mientras son multitud las buenas películas basadas en novelas vulgares—.

Robert Bloch, nacido en Chicago el 5 de abril de 1917, publicó su primer relato, Lilies, en 1934 en la revista amateur «Marvel Tales», y su primera venta profesional fue ese mismo año para «Weird Tales», con The Secret in the Tomb, aunque aparecería impresa en primer lugar una historia posterior, The Feast in the Abbey. El joven Bloch era un entusiasta atraído por los temas fantásticos desde que, a la edad de nueve años, contemplara a Lon Chaney interpretar la versión muda de Phantom of the Opera. Este feliz descubrimiento se vería reforzado pronto con la lectura de Edgar Allan Poe y la revista «Weird Tales», en especial de las poderosas fantasías de H. P. Lovecraft, con el que empezó a cartearse siendo todavía un adolescente.

Era inevitable que el novel escritor resultara deslumbrado por el maestro y muy pronto fue absorbido en el llamado «Círculo de Lovecraft». A la manera de August Derleth, Clark Ashton Smith y Frank Belknap Long, contribuyó a los Mitos de Cthulhu con un nuevo libro maldito, De Vermis Mysteriis, de Ludvig Prinn, y narraciones como The Faceless God (1936), The Dark Demon (1936) o la tardía e interesante —por su redacción como diario infantil— Notebook Found in a Desert House (1951). De cualquier forma, sus relatos más recordados del ciclo son, hoy en día, los que protagonizaron un curioso juego literario con el mismo Lovecraft.

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En 1935 Robert Bloch publicó en «Weird Tales» The Shambler from the Stars, donde un místico de Providence, fácilmente identificable como Lovecraft, tiene un horrible final tras recitar imprudentemente un pasaje de De Vermis Mysteriis. Antes de ofrecer el relato a la revista, Bloch había tomado la precaución de solicitar el permiso de Lovecraft para «matarle», a lo que éste accedió con muy pocos reparos, incluso por escrito:

«A quien corresponda:

»Certifico que Robert Bloch (...) queda plenamente autorizado para retratar, matar, aniquilar, desintegrar, transfigurar, metamorfosear o bien maltratar al abajo firmante en el cuento titulado The Shambler from the Stars».

Pese a esta autorización, Lovecraft no dudó en replicar a Bloch haciéndole, a su vez, víctima de otra criatura sobrenatural, bajo la trasparente identidad del escritor de relatos de terror Robert Blake. Eso sucedía en The Haunter of the Dark, publicado por «Weird Tales» en diciembre de 1936. Ya muerto el maestro, y como homenaje, Robert Bloch cerró este intercambio de truculentas imaginaciones con el relato The Shadow from the Steeple (1950). En esta ocasión Lovecraft ya aparece como tal, imbricado en la narración como amigo del fallecido Robert Blake y cronista de su muerte.

Tras la desaparición o abandono de sus autores más carismáticos —H.P. Lovecraft, Robert E. Howard y Clark Ashton Smith—, «Weird Tales» entró en una lenta pero imparable decadencia y Bloch empezó a explorar otros géneros y mercados. Ya en 1936 había escrito sus primeros guiones radiofónicos para los cómicos Roy Atwel y la pareja Stoopnagle y Budd. Más tarde, en 1944, adaptó treinta y nueve de sus historias para el programa Stay Tuned for Terror. También, como Kuttner, Long o Bradbury, que empezaron a escribir profesionalmente con relatos macabros para «Weird Tales», se sintió tentado de probar el joven y vital género de la ciencia ficción; pero, al contrario que alguno de los citados, no le llevaría a abandonar su primer amor, la literatura de terror, que siempre mantendría el protagonismo dentro de su producción.

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Su primer relato de ciencia ficción fue Secret of the Observatory, aparecido en «Amazing Stories» en el número de agosto de 1938. A éste le seguirían muchos otros, notables en ocasiones, como son It Happened Tomorrow (1943), Almost Human (1943), The Past Master (1955) o The Learning Maze (1974). La ciencia ficción de Robert Bloch pertenecería a la vertiente más soft del género, en parte debido a la escasa formación científica de Bloch, pero también por ser mayor su interés por la exploración psicológica de los personajes que por la especulación futurista. Curiosamente, pese a ser un escritor relacionado muy tangencialmente con la ciencia ficción, Robert Bloch recibiría uno de los primeros premios Hugo, el correspondiente a relato en 1959, por That Hell-Bound Train, eso sí, por una fantasía.

El salto de las páginas de las revistas «pulp» a los libros se produjo en 1945, con The Opener of the Way, una antología de relatos de Arkham House, la editorial que August Derleth y Donald Wandrei crearon inicialmente para publicar la obra de Lovecraft. Su primera novela llegaría dos años más tarde, aunque su argumento andaría lejos de las fantasías sobrenaturales de su época en «Weird Tales», y no sólo en su tema, sino también en su estilo, lacónico y moderno frente al anterior amaneramiento lovecraftiano. The Scarf (1947) trata sobre las andanzas de un estrangulador psicópata, narradas —insólitamente— en primera persona, con un asesino atormentado al que no le faltan paralelismos con el futuro Norman Bates.

Tardaría años en volver a publicar una novela, pero cuando lo hizo en 1954 no ofrecería una sólo, sino tres. La primera, Spiderweb, es una historia de misterio no muy afortunada, en la que se nos narra cómo un actor se convierte en títere de un inteligente y maquiavélico villano, el profesor Hermann; las otras dos, Kiddnaper y The Will to Kill, recobran al asesino psicópata como personaje central, prólogos a lo que sería la posterior y más conocida Psycho (1959).

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No es necesario mencionar el argumento de Psycho (incorrectamente traducida como Psicosis en España) , que todo el mundo recuerda. Para él, Robert Bloch se inspiró muy libremente en la historia real de uno de los más terribles asesinos en serie de este siglo, Ed Gein, el caníbal de Wisconsin, que también serviría de base para la truculenta película La matanza de Texas. Hitchcock, que llevó la obra a la pantalla en 1960, jamás dedicó a la novela original comentarios demasiado favorables,  asegurando que lo único que le había atraído de ella era la escena del asesinato en la ducha  y tachándola de «vergonzosamente trucada». Lo cierto es que Bloch no es muy honrado con el lector y no escribe con la necesaria ambigüedad para resultar verosímil que Norman y su madre sean una sola persona; aunque argumentalmente la película sigue con bastante fidelidad la historia, tal y como fue imaginada por su autor, y muchos de sus méritos hay que atribuirlos por igual a la soberbia imaginación visual de Hitchcock y a la inventiva de Robert Bloch, a pesar de que el primero intentara acaparar toda la gloria, tal y como manifestó en su entrevista a Truffaut: «En Psicosis el argumento me importa poco, los personajes, lo mismo; lo que importa es la fusión de las secuencias, la fotografía, la banda sonora y todo lo que, siendo puramente técnico, puede hacer gritar al público. Al público no le intriga el mensaje, ni le conmueve una gran interpretación. Lo que le emociona es el cine puro».

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Sea como fuere, a raíz del tremendo éxito comercial de la película los productores se sintieron atraídos por el trabajo de Bloch, hasta ese momento un simple autor de novelas de misterio como otros cientos, y que sólo recientemente se había trasladado a Hollywood para trabajar como guionista de televisión. La década de los 60 la dedicará, por tanto, a escribir casi en exclusiva para la pantalla, empezando por un remake de El gabinete del doctor Caligari, para la 20th Century Fox, y llegando, incluso, a la hoy serie de culto Star Trek —para la curiosidad de los trekkies, Robert Bloch es el autor de los episodios What Are Little Girls Made Of? (1966), Catspaw (1967), Wolf in the Fold (1967)—, además de un buen número de películas producidas por Amicus —la rival británica de la Hammer— en las que se adaptaron algunos de sus relatos, como son The Deadly Bees (1966), Torture Garden (1967), The House That Dripped Blood (1970) o Asylum (1972).

Los cuentos de Bloch, breves y con final sorpresa, resultaban ideales para las películas de episodios típicas de Amicus y algunas excelentes series de televisión con las que colaboró en esos años, como Night Gallery o Alfred Hitchcock Present. Sin embargo, ese estilo de terror pasó de moda en los setenta, cuando películas como The Exorcist (1973) o The Omen (1976) y las novelas de Stephen King revitalizaron un género aletargado durante mucho tiempo, modernizándolo. Robert Bloch vio como su, hasta entonces, apretada agenda se aligeraba y casi no se le encargaban guiones, salvo para unos pocos telefilmes. Volvió a la literatura impresa, a la que se había dedicado muy esporádicamente en los años anteriores y sólo con historias breves para revistas, aunque nunca dejaron de publicarse sus libros, generalmente antologías con material antiguo. Sin abandonar su marca de fábrica, el psicópata, intentó aportar algo nuevo en su producción escribiendo en 1974 American Gothic.  Contra lo usual en él, acostumbrado a situar sus historias en ambientes contemporáneos, en esta obra la acción transcurre en 1893 y su argumento se acerca más a las historias de suspense gótico estilo Victoria Holt, con damas en apuros y mansiones lóbregas, que a la novela de terror de moda en esos momentos —Carrie, de Stephen King, se publicaría ese mismo año—.

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Pese a su empeño en continuar escribiendo, el tiempo de Robert Bloch había pasado. En los años 80 se hace patente la decadencia de su narrativa, que pierde frescura en la búsqueda de un éxito comercial que no llega. Ejemplos serían su patética novelización de la película The Twilight Zone (1982); Psicosis II, con la que Bloch pretendía adelantarse al proyecto hollywoodiense de filmar una secuela de la película, aunque al final los productores la realizaron sin tomar en consideración esta novela a la hora de escribir el guión; The Night of the Ripper (1984), nueva incursión en el personaje de Jack el Destripador, desafortunada por su forzada e inverosímil conclusión, y más comparando con los buenos resultados que el famoso asesino le había reportado en relatos como Your’s Truly, Jack the Ripper o A Toy for Juliette —incluida en las Dangerous Visions (1967), de Harlan Ellison, lo cual no deja de resultar curioso tratándose de una antología pretendidamente joven y revolucionaria, y siendo Robert Bloch una escritor de la vieja guardia—; o The Jekyll Legacy (1990), la pretenciosa intención de continuar una novela redonda e intachable como The Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, en la colaboración con  Andre Norton.

De todos los pastiches escritos en el último tramo de su carrera, el que a mí, por mis gustos personales, me resulta más simpático es Strange Eons (1978), un retorno al universo de Lovecraft lleno de guiños para el conocedor de su obra, y en cuyo último capítulo se nos muestra el tan postergado retorno de un Cthulhu triunfante a la Tierra. No es, sin embargo, el último libro lovecraftiano de Robert Bloch. En 1981 Zebra publica Mysteries of the Worm, colección completa de los relatos de los Mitos de Cthulhu escritos por Robert Bloch durante toda su carrera, bastante más recomendables que los de otros epígonos, como August Derleth.

Robert Bloch murió de cáncer en 1994, tras permitirse un último rasgo de humor, él que siempre lo tuvo tan negro: escribir un artículo para la revista «Omni» donde, como quien avisa a los amigos de su boda, anunciaba con absoluta naturalidad el paso que la naturaleza iba a obligarle a dar en breve.

Injustamente, creo, su fallecimiento apenas suscitó comentarios entre los aficionados a la literatura fantástica —al menos en España— y hoy es un autor con muy pocos lectores. Para justificarlo debemos reconocer que la obra de Robert Bloch tiene sus debilidades, por lo que no se le valora todo lo que su larga carrera merecería. Por un lado sus relatos cortos recurren con demasiada insistencia al truco del «impacto» final, pareciendo chistes alargados, mientras que sus novelas se han decantado más hacia el «thriller» policiaco. También ha influido que se concentrara durante muchos años en el mundo del guión radiofónico, televisivo y cinematográfico, siendo su producción impresa bastante irregular, mezclándose lo excelente con la más soberana tontería. Pero Bloch es historia y merece que le reservemos un rincón en nuestra memoria, aunque sea sólo por ese magnífico regalo para nuestra pesadillas que es el atormentado Norman Bates y ese escalofrío que todos hemos sentido alguna vez cuando, mientras nos duchamos, imaginamos ver una sombra tras las cortinas.

Bibliografía original

-The Opener of the Way. Relatos. 1945.

-The Scarf. Novela. 1947.

-The Kidnaper. Novela. 1954.

-Spiderweb. Novela. 1954.

-The Will to Kill. Novela. 1954.

-Shooting Star / Terror in the Night.  1 novela y 1 colección de relatos. 1958.

-Terror in the Night. Relatos. 1958. 

-Psycho. Novela. 1959.

-Pleasant Dreams. Relatos. 1960.

-The Dead Beat. Novela. 1961.

-Firebug. Novela. 1961.

-Blood Runs. Relatos. 1961.

-Nightmares. Relatos. 1961.

-More Nightmares. Relatos. 1961.

-Terror. Novela. 1962.

-Atoms and Evil. Relatos. 1962.

-The Couch. Novelización. 1962.

-Your’s Truly, Jack the Ripper. Relatos. 1962.

-Bogey Men. Relatos. 1963.

-Horror 7. Relatos. 1963.

-The Skull of the Marquis de Sade. Relatos. 1965.

-Tales in a Jugular Vein. Relatos. 1965.

-Chamber of Horrors. Relatos. 1966.

-The Living Demons. Relatos. 1967.

-Ladies’ Day / This Crowded Earth. 2 novelas. 1968.

-The Star Stalker. Novela. 1968.

-Dragons and Nightmares. Relatos. 1968.

-The Todd Dossier. Novela. 1969.

-Bloch and Bradbury. Relatos. 1969.

-It’s All in Your Mind. Novela. 1971.

-Sneak Preview. Novela. 1971.

-Fear Today, Gone Tomorrow. Relatos. 1971.

-Night-World. Novela. 1973.

-American Gothic. Novela. 1975.

-The Best of Robert Bloch. Relatos. 1977.

-Cold Chills. Relatos. 1977.

-The King of Terrors. Relatos. 1977.

-Out of the Mouths of Graves. Relatos. 1978.

-Such Stuff as Screams Are Made Of. Relatos. 1979.

-Strange Eons. Novela. 1979.

-There Is a Serpent in Eden. Novela. 1979.

-Mysteries of the Worm: All the Cthulhu Mythos Stories of Robert Bloch. Relatos. 1981.

-Psycho II. Novela. 1982.

-Twilight Zone: The Movie. Novelización. 1983.

-The Night of the Ripper. Novela. 1984.

-Out of my Head. Relatos. 1986.

-Midnight Pleasures. Relatos. 1987.

-Fear and Trembling. Relatos. 1989.

-Lori. Novela. 1989.

-The Jekyll Legacy. Novela. 1990. Con Andre Norton.

-Psycho-Paths. Relatos. 1991. Como antologista.

 

Ediciones en español

-La calavera del Marqués de Sade (The Skull of the Marquis de Sade; 1965). Relatos. Tr: R. Cárdenas. 158 págs. Ed. Diana, col. Halcón. México, 1968.

-Cría cuervos (The Dead Beat; 1961). Novela. Tr: A. Rivero. 160 págs. Ediciones G.P., col. Policiaca. Barcelona, 1962.

-Cuentos de humor negro (Tales in a Jugular Vein; 1965). 10 relatos. 160 págs. Tr: E. Rimbau. 160 págs. Ed. Molino, col. Biblioteca Oro Terror. Barcelona, 1968.

-En los límites de la realidad (The Twilight Zone; 1983). Novelización. Tr: Edith Zilli. 232 págs. Ed. Bruguera, col. Cinco estrellas. Barcelona, 1983.

-Escalofrrríos (Cold Chills; 1977). Tr: Domingo Santos. 270 págs. Ediciones Acervo, col. Acervo Ciencia/Ficción. Barcelona, 1981.

-Háblame de horror (Parlez-moi d’horreur; 1970). 12 relatos. Tr: Baldomero Porta. 256 págs. Ed. Bruguera, col. Libro Amigo. Barcelona, 1975.

-Hiélase la sangre (Blood Runs Cold; 1961). 17 relatos. Tr: Ana Mª de la Fuente. 224 págs. Plaza & Janés Editores, col. Pan. Barcelona, 1963.

-El horror que nos acecha (Strange Eons; 1979). Novela. Tr: Pilar Alba. 250 págs. Ediciones Acervo, col. Acervo Terror. Barcelona, 1983.

-Lori (Lori; 1989). Novela. Tr: Jesús de la Torre. 276 págs. Ed. Plaza & Janés, col. Éxitos. Barcelona, ¿1991?.

-Mundo-oscuro (Night-World; 1973). Novela.

-La noche del destripador (The Night of the Ripper; 1984). Novela. Tr: Montserrat Solanas Marta. 254 págs. Plaza & Janés Editores, col. Éxitos. Barcelona, 1987.

-Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. Ed. Plaza y Janés. Barcelona. ¿Año ?

-Psicosis (Psycho; 1959). Novela. Tr: Carlos Paytuvi. 70 págs. Ediciones Forum, col. Biblioteca del Terror. Barcelona, 1983.

-Suyo afectísimo, Jack el destripador (Yours Truly, Jack the Ripper; 1962). 10 relatos. Tr: Juan J. García Guerrero. 156 págs. Editorial Molino, col. Biblioteca Oro Terror. Barcelona, 1964.

Porque la sangre es vida (Wandering Ghosts; 1911)

Porque la sangre es vida (Wandering Ghosts; 1911)

Autor: Francis Marion Crawford

Traducción: M. Giménez Saurina

Colección: Serie Terror

Edita: Abraxas, Barcelona, 2001.

POR ARMANDO BOIX

Aun habiendo nacido en Estados Unidos, Francis Marion Crawford (1854-1909) vivió buena parte de su existencia en Italia y sus cuentos fantásticos se inscriben dentro de la corriente europea —y más concretamente inglesa— del ghost story victoriano. En una época racionalista y prosaica se redescubrió el inefable placer del escalofrío como motivo artístico, eso sí, enfrentándose a él con una frialdad intelectual muy alejada del apasionamiento, en ocasiones histriónico, de la novela gótica.

Sin tener sus relatos el acabado perfecto de los cuentos del maestro M. R. James, verdaderos mecanismos de precisión, en cambio son superiores a los de otros coetáneos en originalidad de las tramas y capacidad de sugerencia. Intentó incluso la difícil pirueta de componer cuentos espectrales con final feliz —es el caso de En las aguas del Paraíso y El fantasma de la muñeca—; aunque, por más que éstos son impecables en su forma, horror y optimismo no acaban por establecer perfectas relaciones. Crawford consigue sus mayores éxitos cuando adopta una vena más genuinamente macabra, construyendo piezas que se han ganado un puesto en las antologías más exigentes, como ocurre en su obra maestra El chillido de la calavera, el vampiresco Porque la sangre es vida o La litera superior, cuento sobre el que Lovecraft escribió que es «uno de los relatos más tremendos de toda la literatura». Menos conocida, y una agradable sorpresa para mí, es ¡Hombre al agua!, historia marinera meticulosa en su ambientación, donde se conjugan el tema del doble, el amor, los celos y la venganza desde el más allá.

Autor de una obra extensa y muy leída en su tiempo, sólo en contadas ocasiones Crawford se paseó por los páramos del relato fantástico y su producción en este género se reduce a los siete textos que forman el presente volumen. Por esas paradojas de la vida, la mayor parte de sus novelas yacen en el olvido, mientras estas pocas historias sobrenaturales le han proporcionado un rincón en la inmortalidad literaria.

El año de Dracula

El año de Dracula

Título original: Anno Drácula (1992)

Autor: Kim Newman.

Edita: Timun Mas, 1999

 

¿Por qué Drácula repentinamente decidió irse a Inglaterra en la novela de Bram Stoker, cuando quedándose en su tierra natal no le hubiera pasado nada? ¿Qué plan tenía? ¿Y qué hubiera pasado si Van Helsing y su grupo no lo hubieran detenido?

Esas respuestas las de Kim Newman en esta novela. ¿Cuál es el plan del conde transilvano? Vampirizar a la reina Victoria y convertirse en el Príncipe Consorte de Inglaterra. ¿Qué pasaría si consiguiera concretar su plan? El imperio más poderoso del mundo reconoce repentinamente la existencia de los vampiros, que adquieren una nueva, pública y no siempre armoniosa coexistencia con los humanos, bajo el gobierno de un tipo cuya anterior experiencia de gobierno se caracterizó fundamentalmente por empalar opositores… algo que no le cae muy bien a mucha gente, tanto humanos como vampiros.

En ese ambiente donde las cosas están a punto de explotar, un asesino comienza a hacerse notar en el barrio de Whitechapel. Un asesino de prostitutas vampiro que disfruta de una venganza personal contra los chupasangre.

Para enfrentar la situación, el jefe del Diógenes Club (la informal “agencia de inteligencia” del Imperio en esos años), Mycroft Colmes, solicita a uno de sus miembros, Charles Beauregard, investigar el caso. Junto a Geneviève Dieudonné, una antigua vampiro que intenta paliar los desastrosos cambios que la creación descontrolada de nuevos vampiros están trayendo para todos, comienzan a desvelar una trama que conecta a Jack el Destripador con los antiguos miembros del grupo de Van Helsing.

Una de las cosas más entretenidas de esta novela es como Newman crea ese universo victoriano paralelo, donde se cruzan personajes de ficción de obras clásicas de la época como “Drácula”, las historias de Sherlock Holmes, “El vampiro” de Polidori (su protagonista, lord Ruthven, es aquí un vampiro político, sinuoso y manipulador), las novelas de Fu Manchú, etc., junto a personajes reales (Jack el Destripador, William Morris, Darwin, etc) conformando un tapiz donde muchas veces el chiste es pillar la referencia.

Otro de los puntos interesantes es ver la relación entre John Steed y Emma Peel… perdón, entre Charles Beauregard (tan formal, comedido y educado) y Miss Dieudonné (tan despreocupada de formalismo como lo puede ser alguien que viene sobreviviendo desde hace siglos a las persecuciones y general estupidez humana) para ver como van construyendo una relación entre ambos. Vamos, lo que nunca pudimos ver en la serie del 60.

Finalmente, es interesante ver como Drácula es , al igual que en la novela original, más una presencia que abarca toda la historia como un virus maligno que un personaje que actúa directamente en ella –excepto al final-. Una especie de demoníaco corruptor de todo, que hace que todo vaya para peor.

Reconozcamos que, si uno no es entusiasta de ese juego referencial literario (no por nada Newman reconoce su deuda con el Tarzan Alive! De P.J. Farmer), se pueden ahorrar la lectura del libro. En sí , hay obras que exploran de maneras mucho más originales a los vampiros o los crímenes de Jack el Destripador.

En un sentido, “Anno drácula” es básicamente una buena ficción, que entretiene más por la referencia a otras obras literarias  que por el argumento en sí. Kim Newman no es el primer ni el último autor que juega este juego y, si al lector le gusta este tipo de obras (mi caso), se va a hallar con un universo alternativo muy entretenido. Pero el relato en sí, despojado de sus referencias, no es nada del otro mundo. Pienso seguir leyendo los relatos del señor Newman, pero solo porque me gusta le juego que propone. Están avisados…

Argentina zombie. Historia oculta de la patria

Argentina zombie. Historia oculta de la patria

Autor: Luciano Saracino

Colección: Reservoir Books

Edita: Random House Mondadori , Buenos Aires, 2013-10-04

 

En términos de marketing , yo soy el target de este libro

¿Me gusta la historia argentina? Sí, muchísimo, especialmente sus episodios más oscuros y bizarros (y los hay por kilo).

¿El subgénero conspirativo, ese que indcia que “todo lo que sabías en realidad no es asi”? Indudablemente

¿Los zombies? Sí.

¿Luciano Saracino? Me parece uno de los guionistas más interesantes que Argentina ha dado en los último años, tanto en la historieta otros medios.

O sea, a todas luces este libro debería encantarme.

Y sin embargo…

Aclaremos de entrada que no es un mal libro. La cantidad de ideas que se le ocurren a Saracino con el tema son apabullantes. Algunas son más o menos esperables (la epidemia de fiebre amarilla que en realidad es un ataque masivo de muertos vivientes) mientras que otros son de una brillantez que se merecen el aplauso (la explicación de las estrofas que no se cantan del Himno Nacional y que se relacionan con los brotes zombies). Saracino demuestra un gran conocimiento de la historia argentina, sacando a relucir no solo elementos conocidos sino historias que muchas veces no son conocida pro el público común. Y escribe bien, ágil, entretenido. Y las ilustraciones de Daniel Eduardo Mendoza son un gran complemento.

Pero…

Pero 1: Hay grandes ideas. El libro está lleno de ellas… pero da la sensación muchas veces que son argumentos a la espera de un desarrollo, cuentos por nacer.

Pero 2: La limitación que TODOS los episodios sobrenaturales sean básicamente zombies atacando termina cansando por lo monótono. Eso es un drama del subgénero. Como dije en otra reseña, el drama de los zombies es que son un recurso tan limitado como las pirañas: atacan y comen. Nada más. Y eso afecta al resultado final. Esas mismas historias aplicando otros giros sobrenaturales hubieran sido mucho mas interesantes, al menos en algunos casos.

Pero 3: ¿Después de la ley Saenz Peña no hay más zombies? El siglo XX argentino tiene momentos tan convertibles en historias zombificadas como el resto de la historia argenta. Aunque puede ser una más que entendible decisión de Saracino o de su editor  por su seguridad personal y/o economica. Digo, andá a joder con peronismo, radicalismo, dictadura, represión,etc y zombies. Tenés bastantes números de comerte un juicio por parte de esos sacrosantos defensores de la patria. Si por un chiste boludo se comió Gustavo Sala un quilombo enorme, andá a hacer algo con zombies y desaparecidos si sos guapo.

Y esto no es un pero porque es parte básica de la obra y sino no tendría sentido, pero sin un conocimiento sólido de la historia argentina, este libro no puede disfrutarse.

En balance, el libro me gustó pero me queda la sensación que podía haber dado más. Un remolino de grandes ideas que necesitarían expandirse como relatos.

Guerra Mundial Z

Guerra Mundial Z

Título original: World War Z: An Oral History of the Zombie War, 2006

Autor: Max Brooks

Edita: Almuzara, Córdoba (España), 2008

 

A veces las soluciones más sencillas son aquellas que nadie termina de ver, el giro de un foco que hace que un lugar común se convierte en una nueva idea maravillosa. No hay mejor ejemplo que esta novela, donde –sin salirse de los cánones implantados en la película Night of the Living Dead (George Romero, 1968)– esquiva magistralmente el gran dilema narrativo que tenía atrapado al subgénero en estas cuatro décadas con un mero cambio de perspectiva.

Expliquémonos: el gran problema de los zombies es que básicamente son básicamente hormigas carnívoras humanas, que son peligrosas si te agarran de a muchas o en un lugar cerrado. En todo este tiempo la típica historia del subgénero zombie/muerto viviente era un grupo de personas rodeadas de hordas hambrientas que, sin ningún tipo de ayuda, tenían que esquivarlos o sucumbir. Y los zombies no generan planes maquiavelicos y manipulaciones entre bambalinas (como los vampiros), no tienen lucha entre su parte humana y su parte monstruosa (como los hombres lobo o los vampiros), no tienen comentarios filosóficos sobre la Humanidad (como el tipico monstruo de Frankenstein/robot asesino): ellos a lo suyo, que es comer y seguir comiendo. Cuanod multiplicas este único argumento por 40 años… bueno la repetición se hace obvia (y ahí tienen a The Walking dead, que exprime la idea hasta agotarla , si eso era todavía posible)

Justamente el gran truco de esta novela es cambiar el punto de vista. En vez de quedarse con el relato micro (sobrevivientes vs zombies), decide ir a un paso más allá y enfocarse desde una perspectiva global. No ver lo que hace el hombre de la calle (que , ya sabemos, en el 90% de las veces se convierte en alimentación y/u otro zombie mas), sino contarnos los planes mas generales, las decisiones cruciales que explican cómo ese holocausto zombie. O sea, lo que en las películas de Romero y demás son el trasfondo, aquí son el eje central. Y además contado como un registro periodístico (la película hubiera sido más fiel a la novela contada como un falso documental, pero claor anda a explicarle eso a Brad Pitt), que trae sorpresas intersantes.

Y ahí es donde Brooks brilla: su habilidad para concebir resultados globales basado en el comportamiento histórico de las naciones es fantástica. Sí, es completamente creíble que China ocultara hasta que ya fuera demasiado tarde los comienzos de la infección, que los Estados Unidos arrullara mediáticamente a sus ciudadanos, que Rusia recupere sangrientamente su territorio y caiga en una nueva autocracia, que Fidel haga lo que hace en Cuba (en unos de los momentos mas fantabulosos de la geopolítica-ficción que leí en años), que la solución al problema la den los sudafricanos, que Israel sea el primer país que se pone en guardia, etc. Se nota en todo momento que Brooks ha pensado el mapa global con un cuidado y obsesión casi nerd, una suerte de Tolkien post apocalíptico que tenía clarísimo el universo donde se desarrollaban las historias mucho antes de ponerse a escribir la primer palabra de esta novela.

Y lo mejor es que el cambio de foco resulta absolutamente creíble. La pregunta de por qué no se le había ocurrido a nadie antes esto sale natural. ¿La respuesta? Porque no, porque se le ocurrió a Brooks primero. Y con eso escribió un libro absolutamente brillante, que complemente y amplia lo planteado por la mitología romeriana sin salirse de ella. Lo que no es fácil.

Los Mentales

Los Mentales

Autor: “P.G.M. Calin” (seudónimo de José García Martínez-Calín)

Colección: Infinitum nº 10

Edita: Ferma, Barcelona, 1965

 

Digamos que tenemos a diez seres de capacidades casi omnipotentes llamados los Mentales, del os cuales, inexplicablemente, ocho mueren al inicio de la historia. Y los otros dos están intrigados con lo que les ha pasado. Y mientras miran el desarrollo de un universo completo, encontrando que hay especies inteligentes que quieren aniquilarlos, otras que solo saben de conquistar y una –la terrestre- que tiene la posibilidad de trascender a sí misma.

Desde ya, este es un relato de ciencia ficción cósmica, donde los milenios pasan con más facilidad que los cigarrillos de marihuana en un concierto reggae. Los protagonistas son de dimensiones tan poderosas y con tiempos tan largos que básicamente podemos decir que son Dios (aunque no lo son, como nos enteramos al final sino que… nah, no lo voy a arruinar). Desde sa perspectiva, el resultado es un poco como esas historias de Olaf Stapledon, que cubren eones de historia de la galaxia con descripciones áridas y menos emotivas que el informe contable anual de una empresa.

Por suerte, cuando el escritor baja a la esfera de los seres mortales, la cosa se pone mas entretenida. Los esfuerzos de una red de civilizaciones para aniquilar a su Mental es una pequeña epopeya (trágica) dentro del libro que se sostiene con interacciones muy bien llevadas y no exentas de humor por momentos.

Esta es una de las novelas de ciencia ficción de autores españoles que aparecían dentro de las editoriales españolas en esos años, en colecciones con un poco más de calidad que los típicos bolsilibros del período (para que quede claro, me remito a éste artículo). Bajo el seudónimo se halla Jose García Martínez-Cailin, un tipo más conocido por su trabajo humorístico dentro de revistas como La Codorniz, Can Can y que , en los setentas, dirigiría El Cocodrilo Leopoldo. Su faceta literaria apunta a mucha literatura de género, como la serie humorística/policial Gay Flower, con un detective homosexual que resuelve casos bastante absurdos. NO se prodigó mucho en la ciencia ficción, por lo que sé.

Sin ser un clásico del género (ni siquiera dentro de la ciencia ficción hispánica), esta es una novela que puede llegar a entretener a los aficionados al género, especialmente si les gusta esos relatos cósmicos donde cada capítulo implica el paso de milenios. No es lo que a mí me interesa en general en el género, eso sí…

Un mundo embrujado

Un mundo embrujado

Título original: Web of the Witch World , 1964

Autor: Andre Norton

Colección: Extra – Ficción nº 8

Edita: Producciones Editoriales, Barcelona, 1976

 

Simon de Tregarth, terrestre que ha llegado al mundo de Escart por medio de un paso dimensional y que se ha convertido en un guerrero respetado en ese mundo donde la magia funciona –de hecho se ha casado con la hechicera Jaelithe- se mezcla en una intriga palaciega que está dirigida por los Kolder, extraterrestres que vienen de otro mundo , intentanod conquistar el planeta. Y…

Bueno me gustaría tener algo más claro que pasa porque la verdad, el libro es complicado, farragoso y en definitiva, un aburrimiento de la ilegibilidad. Andre Norton puede ser conocida como la Gran Dama de la Fantasía (y de hecho me gusta el género) pero el libro se lee como una partida de D&D en medio de una campaña en donde uno llegó sin más información  y ningún jugador cuenta que pasó. O sea, no se entiende nada… lo cual debe haber sido frustrante paral os lectores originales , porque la primera parte de la serie no se publicó en español hasta muchos años después.

Y lo peor: la parte que se entiende es un cliché continuo de lugares comunes en la sword & sorcery. El guerrero de otro mundo, la hechicera enamoradisima del primero, la damisela en peligro, el villano de poderes mentales, el traidor enamorado, los barbaros valerosos, etc.

Ahorrese el tiempo. Si van a leer fantasía heroica, vaya a por Howard, Leiber, Moorcock, hasta por Terry Pratchett. Solo si uno es muy completista del género, intente leer esto. Allá usted. Yo ya le avisé y el que avisa no es traidor.

¡Enigma!

¡Enigma!

Título original: The Shadow Girl, 1929

Autor: Ray Cummings

Colección: Selecciones de Ciencia Ficción nº 39

Edita: Cénit, Barcelona , 1962

 

Nueva York , en el extraordinario futuro de 1962. Tres amigos (dos hombres y una chica) se preparan para ver una transmisión experimental de televisión cuanod comienzan a recibir imágenes de un edificio extraño que parece aparece en medio del pasado y el futuro. Cuando parece aparecer ne el Central Park del presente, baja una extraña chica. Al descubrir que, efectivamente se materializó por un tiempo dicho edificio, los protagonistas comienzan a buscar a la extraña chica. Que se haya secuestrada por un extraño jefe de clínica mental privada, en cuyo interior hay un edificio sin techo donde ocurren cosas extrañas.

Resulta que el médico es un viajero del tiempo que ha viajado por el tiempo juntando personas dispuestas a tomar el control del planeta durante el punto de mayor expansión de la civilización humana, en el año 2445. La chica, su hermano y otros viajeros del futuro están intentanod detenerlo y los protagonistas – uno del os cuales irremediablemente se enamora de la mujer del futuro- auxiliarán. Todo para terminar con una gigantesca y sangrienta batalla en la Nueva York del siglo XXV, donde todo se definirá con el uso de un arma poderosísima…

Esta es una novela del primer período de la ciencia ficción, cuando todavía los clisés del género no estaban consolidados. Ray Cummings, su autor, fue uno de los mejores autores de ese período, contando historias donde los detalles técnicos no se convertían en un lastre para el desarrollo de la historia. No por nada esta novela se serializó en el pulp Argosy (la revista de relatos más importante de los pulps en términos de reconocimiento popular por esos años) y no en alguno de los recién nacidos pulps de ficción científica (que, seamos sinceros, tenían por esos años autores bastante soporíferos de leer). Y se lee como una novela de aventuras con trucos científicos en el medio, con el recurso del viaje temporal dando fuerza a la narración, convirtiéndose en una historia imparable, donde todo puede pasar y el villano – que es malo y le gusta serlo- está hasta último momento con todas las posibilidades de ganar.

Además, como la novela resultaba levemente corta para el libro, la gente de Cenit agregó como complemento “El juego de la rata y el dragón” de Cordwainer Smith. Que no tiene nada que ver ni temática ni estilística ni temporalmente con Cummings (de hecho el cuento no tiene ni título ni autor en la edición) pero sigue siendo uno de los mejores cuentos de un tipo especialista en escribir grandes cuentos.

En suma, si son aficionados a la ciencia ficción y encuentran una copia de este libro, páguenlo. Es entretenido y sabe usar su premisa para hacer una historia trepidante. Y Cummings es un autor que vale la pena reveer.

El cuerno de caza (The sound of his horn, 1952)

El cuerno de caza (The sound of his horn, 1952)

Autor: “Sarban” (seudonimo de John William Wall

Colección: Spectrum

Edita: Minotauro, Buenos Aires, 1962

 

Leyendo en el Kindle un libro llamado “The World Hitler Never Made” (un estudio histórico sobre todas las historias ficticias donde HItler y la Segunda Guerra Mundial cambia respecto a la historia ocurrida y que no sé si corresponde reseñar aquí) mencionaban este libro como uno de los primeros ejemplos británicos sobre el tema. Como vengo con animo de leer ciencia ficción y fantasía y lo tenía a mano en la biblioteca, me metí en sus páginas a ver qué tal me parecía.

La novela cuenta la historia de un prisionero de guerra británico que, al huir del campo de detención, termina de una manera inexplicable, viajando cien años en el futuro a una linea temporal alternativa donde el Tercer Reich ha ganado la Segunda Guerra y domina de manera incontestable Europa. Y el tipo está dentro de la finca privada del sucesor de Hitler de esos años, cuyo hobbie es salir a cazar humanos de “razas degeneradas” cual animales, en una versión fantástica de “The World`s Most Dangerous Game”. Total ¿quién le va a decir nada al Führer? Desde ya, todo termina con nuestro muchacho perseguido por la horda de cazadores nazis y salvado por una muchacha que también es presa de estos tipos. La chica muere para que el tipo se salve y vuelva a su universo original.

Digámoslo de entrada: los años triunfantesn o han convertido a los nazis en menos malvados. Por el contrairo tienen una actitud de aristócratas brutales al os que la vida humana le vale un pepino.. El mensaje está claro: si no hubiéramos peleado ocn tra los nazis, el futuro hubiera sido un desastre para la dignidad humana con tipos clasificando a las personas en razas superiores e inferiores, estas últimas convertidas básicamente en criaturas subhumanas especializadas en servir a los amos o morir como bestias. Sutil como gancho al hígado la fabulita. Lo que era lógico si pensamos que la guerra había terminado hacía apenas siete años y todo el mundo tenía relativamente fresco los padecimientos británicos de esos años. Pedir que los nazis fueran otra cosa hubiera garantizado de ser acusado de filonazi en un instante.

Respecto al estilo, el relato recuerda el estilo de las historias fantásticas de fin de siglo o incluso una versión retorcida de un cuento de las Mil y Una Noches, con una atmosfera pesadillesca que acentúa la bidimensionalidad de los personajes y ese tono de fábula que describía más arriba. Que, al estar escrito en la década de 1950, atrasa irremediablemente. Igual que la caza del zorro o la aristocracia británica, a la que Sarban, un diplomático de carrera en la vida real, pertenecía.

Si están interesados en la ciencia ficción ucrónica, peguenle una leída a este libro. Si no, ahórrense el trabajo.

Universo de locos (What Mad Universe, 1949)

Universo de locos (What Mad Universe, 1949)

Autor: Fredric Brown

Colección: Galaxia

Edita: Sudamericana, Buenos Aires, 1974

 

Digamos de entrada que soy parcial por razones sentimentales a este libro. Es que fueron esta novela y Marciano, vete a casa (también de Brown) las novelas que me hicieron por un tiempo lector de ciencia ficción. Claro, después descubrí que la mayoría de los escritores de ciencia ficción escribían con la gracia de un profesor de química muy aburrido (de hecho, varios lo eran) y se me pasó un poco la afición por el género. Pero mi amor por Brown siempre ha quedado ahí y este libro tiene ya varias relecturas en todos estos años.

Y todavía lo sigo disfrutando. Es un relojito. Lo que pasa, pasa convincentemente de acuerdo a las reacciones de los personajes. El protagonista principal está siempre encontrándose en orsay por una cosa que dice o hace sin querer. Es que vivir en un universo alternativo puede ser estresante.

La hisotira comienza así: en el futuro cercano (cercano para 1949) de 1954, el primer cohete no tripulado rumbo a la Luna falla y se termina haciendo pelota en la Tierra, en una mansión de fin de semana de un magnate de la prensa. Justo al lado de un editor de una revista de ciencia ficción –que suspira por una colega- y, en vez de ser boleta, termina siendo enviado a un universo paralelo donde los viajes espaciales osn una realidad, con monstruos lunares paseando como quien no quiere la cosa pro la ciudades, nieblas que apagan toda la luz y fomentan el crimen, un conflicto con una malvada especie extraterrestre empeñada en eliminar a la mandad y un héroe galactico que hace que Flash Gordon sea en comparación un alfeñique de 44 kilos. Y claro, al tipo en ese mundo lo confunden con un espía de la raza extraterrestrre y lo andan queriendo matar por todos los medios. Con lo que le pobre editor debe esconderse , evitar meter la pata con las leves diferencias entre ambos universos y lograr que el gran Heroe Galactico le de bola y halle una manera de volverlo a su universo. Todo eso en un tono “tongue in cheek” muy divertido (queda clarísimo que Brown está riéndose de la ciencia ficción de esos años, donde predominaba la “space opera”) y usando el concepto de los universos paralelos de una manera notable (la explicación de porque cayó en ese universo y no en otro no será muy científica pero funciona de una manera “nerd”). Incluso se da el gusto de bajar las expectativas a las ambiciones de los aficionados de la ciencia ficción en esos años al hacer que llegue a la Luna, baje y se desilusione por lo aburrido que es el paisaje (esto en plena furia por la carrera espacial). Tal vez no haya le humor desembozado de “Marciano , vete a casa” pero la historia resulta de por si absurda.

Por cierto esta novela fue la que le abrió definitivamente a Brown el mercado de la ciencia ficcion, donde continuaría por años (el otro era el género policial). Y todavía hoy sigue siendo una de esas novelas que se pueden releer una y otra vez.

Zothique, el último continente (Zothique, 1970)

Zothique, el último continente (Zothique, 1970)

Autor: Clark Ashton Smith

Colección: Ciencia Ficción nº16

Edita: Edaf, Madrid, 1977

 

Clark Ashton Smith fue, junto a H.P. Lovecraft y Robert Howard parte de la sagrada trilogía de escritores de género fantástico que en la década de 1930, desde las páginas de la revista “pulp” Weird Tales” revolucionaría el relato de terror, alejándolo de sus antecesores decimonónicos y modernizándolo hacia un mundo mas actual. Tambien es el único que no ha conseguido el reconocimiento del tiempo, quedando solo para el deleite de un grupo de especialistas aficionados.

Sospecho que esto tiene que ver en buena parte por su prosa, que –a diferencia de los otros autores nombrados- tiene mucho del estilo de las historias de fantasmas de principios del siglo XX, con un estilo recargado y donde la realidad parece no aparecer ni por casualidad. Imagínense a Rubén Darío escribiendo relatos de la Mil y Una Noches con la obligación de dar shocks a sus lectores y tendrán el tono básico de los relatos de Zothique.

Zothique es le último continente de la Tierra, en un futuro lejano donde el sol ya es rojo y donde la magia ha vuelto a por sus fueros. Todos los relatos del ciclo (y este libro los reúne a todos los que escribiera Ashton Smith sobre ese lugar) recuerdan a una versión opresiva de las historias de espada y brujería, lleno de nigromantes malvados, criaturas horrorosas, atmósferas malsanas, civilizaciones decadentes, cortes libertinas y maldiciones inevitables Como si Oscar Wilde decidiera escribir Conan, digamos. NO se si sea para todos los gustos pero, cuando uno le entra a las historias, el tono hipnótico de las historias hace que las páginas pasen fácilmente por los dedos de uno.

Si bien la calidad del os relatos es pareja, hay que destacar “El impero del os nigromantes”, una joya fantástica que usa a los zombis de una manera fantástica. No les vendría mal a todos los que hoy escriben sobre muertos vivientes le pegaran una leída, a ver si se esfuerzan mas. Además es uno de sus relatos mas conocidos: seguro que si se empeñan lo encuentran en alguna antología.

A destacar además la labor de Lin Carter compilando y prologando  y cerrando el libro con un par de artículos bien informativos del autor. Se que mucha gente en el mundillo le cae mal Carter por lo que hizo con Conan, pero en este caso, Carter no tiene mas que mis elogios

Resumiendo, no se si todo el mundo termine atrapado por Clark Ashton Smith. Peor, si te gusta el género fantástico deberías pegarle una leída. Y este libro es un gran lugar para empezar.